Italia, agosto de 2011.
Unos días antes de ir por primera vez a Italia, a Roma, un amigo me dijo que yo allí iba a flipar, que era todo una maravilla, que me iban a salir unas fotos alucinantes, que en Italia "se te cae la cámara al suelo, se dispara sola y te sale una foto que te cagas".
He usado muchas veces ese comentario en mis talleres. Italia, efectivamente, es un derroche de belleza y de arte. Es asombroso que en cada esquina, en cada iglesia y en cada calle encuentres maravillas que te dejan con la boca abierta. Pero quizá precisamente por eso es aún más difícil saber a dónde mirar con tino para fotografiar y que lo que registre la imagen que hacemos sea realmente interesante.
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