sábado, 24 de septiembre de 2016

Hiroshi Sugimoto

No importa cuán falso sea el tema, una vez fotografiado es como si fuese real.

Enrique VIII, 1999

Al entrar en la exposición lo primero que encuentras son unas fotos enormes, en blanco y negro, de cines a oscuras en los que la pantalla está completamente blanca. Las imágenes resultan hermosas, nítidas, llenas de sugerencias: me gusta apreciar cada pequeño detalle de esos teatros, los adornos de las paredes y el techo, descubrir el piano en el foso del escenario o los columpios delante de la pantalla del autocine...

Autocine Tri City, San Bernardino, 1993

El fotógrafo explica, o mejor, te da alguna pista para que interpretes, como quieras y puedas y sepas, sus imágenes:

Una diferencia entre la cámara y el ojo humano es que el ojo no tiene obturador. De modo que es como si hubiera una exposición continua. Cuando uno nace empieza la exposición. Cuando uno muere se cierra. Es la única exposición. La vida es una larga exposición.

Mientras recorres las salas te preguntas qué estás viendo, qué es real y qué no, qué es lo que realmente te está contando el fotógrafo con sus fotos. Él también te responde a eso, aunque te deja a ti dar con las respuestas correctas, o al menos intentar tener claro cuáles son las preguntas correctas, casi siempre mucho más interesantes......

Yo sólo quiero plantear las preguntas. Si lo que está usted mirando es realmente lo que está mirando. Si lo que está creyendo es realmente lo que está creyendo.

Lobos de Alaska, 1994

En la exposición 'sólo' se muestran unas cuantas imágenes de cinco proyectos: Theaters, Portraits, Dioramas, Seascapes y Lightning Fields, pero forman un enorme, profundo y hermoso discurso sobre la vida, la mirada y la belleza.

Lightning Fields 327, 2014

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En la Fundación Mapfre de Madrid, hasta mañana, la exposición Black Box, del fotógrafo japonés Hiroshi Sugimoto [1948- ].


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